Marta, hace un año y pico que comenzaste con Serendipia.
Sí, empecé con el local, ahora va hacer un año, con la idea
bastantes años más (Risas)
¿Cómo surge la idea de Serendipia?
Yo llevaba mucho tiempo trabajando para una firma española y
esto es un proyecto que siempre había tenido en mente. Siempre he sido consumidora
del pequeño comercio y el año pasado, fue como “necesito un cambio radical en
mi vida” y decidí lanzarme.
¿Te dio miedo?
Mucho, mucho miedo. Porque no sabes si el tipo de tienda que
tú llevas en mente va a gustar a la gente, si vas a tener clientes. El primer
día, recuerdo que cuando llegué a la tienda, después de la inauguración, y me
vi sola (Risas) Fue un poco como “bueno, ahora es cuando empieza esto de verdad”.
Da miedo, pero la satisfacción que se tiene supera el miedo.
¿La repuesta qué tal ha sido?
No me quejar, la verdad. Para llevar un año, veo que la
gente conoce la tienda, están contentas, repiten, gustan las cosas que traigo…
Para mí es el mejor piropo de todos.
Estás muy presente en las redes sociales, ¿cuál es la que
más te gusta?
A mí me gusta Instagram, creo que para mi
tipo de negocio es con la que más rápido puedes entablar conversación con la
gente, más rápido llega… ahora con el tema de los stories te acerca un poco
más a la gente, la gente ve como hablas, como te expresas… es la que más me
gusta.
¿Qué tiene que tener una prenda para llevarla o para
recomendarla?
Después de tantos años en el comercio, lo que hago es cuando
viene la gente, intentar crear como una especie de vínculo y saber que rollo
tiene esa persona. Si yo veo que no va con el conjunto de esas persona, porque si
tú te pruebas algo que no es de tu estilo se nota que no tiene que ser para ti,
lo que yo busco es que tanto la gente que viene a la tienda, tanto yo como, Marta, ponerme algo y ver que soy yo. Poder identificarme con la prenda.
¿Un color? Además del negro, que sé que te gusta.
(Risas) No sé, me gusta el blanco, el turquesa, el rojo…
Cada color para según qué cosas, el rojo para el maquillaje, el blanco para la
decoración… y para vestir, tengo que reconocer que es el negro.
¿El producto que más orgullosa estés de tener en la tienda?
Obviamente, mis pajaritas.
¡Cuéntanos!
Yo empecé a coser pajaritas porque a mi chico le gustan y
como hace un par de años iba a clase de costura, decidí hacérselas yo. Un poco
como afición. Cuando abrí la tienda me apetecía tener complementos para chico y
dije “qué mejor complemento que se sepa que está hecho por mí y a mano”. Creo
que eso está llegando más a la gente.
Y el concepto de tienda ecológico.
Lo que quiero es ofrecer cosas bonitas, en realidad mis
prendas no siguen tendencias, quiero prendas exclusivas, que nos se vean en
grandes cadenas porque sino vamos a ir todos vestidos iguales. Pretendo dar
otra alternativa para vestir. Lo que me gusta es trabajar con gente que veo que
pone pasión en su trabajo, que sus diseños son bonitos… Que esté hecho y
producido en España, que no haya explotación, que no haya niños que estén sufriendo,
ni mujeres… prefiero saber que las prendas que tengo en la tienda han sido
hechas por dos o tres mujeres en un taller pequeño.
¿La venta más rara que hayas hecho?
Hay mucha gente que viene buscando regalos y al final se
lleva algo para ellas ¡Eso me ha pasado ya con varias clientas! Lo cierto es
que no he tenido ninguna cosa así bizarra.
Top Secret
Un libro que te guste… Me gusta mucho cuando leo que me
entretenga, hay un par de escritoras que me gustan mucho Elisabet Benavent y
Rebeca Rus.
Un disco… El último de Vetusta Morla.
Una zona de Zaragoza que te guste mucho… El centro,
callejear por el tubo.
Un viaje que quieras hacer… Volver a París.
Un color imprescindible de pintalabios… El rojo.
Un sueño por conseguir… Por soñar me encantaría en un futuro
si todo sigue bien, abrir un Serendipia para chicos. Ese sería un súper sueño.
Nos lo pasamos genial con Marta y volveremos a su tienda.
by Daniel de la Peña